Si hay una ración demandada por excelencia en los bares de tapas en Santander esa es sin duda la de anchoas de Santoña, consideradas por los mejores cocineros y críticos gastronómicos como el oro del Cantábrico, por su alto sabor a mar, su textura carnosa y sin espinas y bajo contenido en sal.
Aunque hay muchas otras localidades en Cantabria que se dedican a la producción de anchoas, es en esta localidad donde se hacen las más famosas desde nada menos que el año 1880, cuando la flota italiana instaló en la localidad cántabra la primera fábrica de salazón y desde entonces se fabrican y exportan las mejores anchoas del Cantábrico y las que, por supuesto, puedes encontrar en el Mesón Rampalay.
Se trata de un producto que no solo es rico por su exquisito sabor, sino también por sus propiedades nutricionales. Es un pescado azul y como tal es rico en ácidos grasos omega 3, es decir, la grasa que todos los médicos recomiendan porque ayuda a disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos con su consiguiente mejora en la circulación de la sangre. Además, las anchoas también son ricas en algunas vitaminas como la B2, B3, B6 y B9 y B12, teniendo además muy pocas calorías, ya que por cada 100 gramos solo aportan 138 calorías.
Hay muchas formas de degustar las anchoas en los bares de tapas en Santander, pero la mejor forma de comprobar su exquisito sabor es probarlas simplemente con un chorro de aceite de oliva. Sin embargo, son muy versátiles y pueden ser el producto estrella de una ensalada o formar parte de otras tapas y tostas junto a quesos o pimientos.